martes, 16 de agosto de 2016

CUIDADO CON LOS DESCUENTOS DE LAS ELÉCTRICAS.

Hace unos días, más o menos sobre las 17:00 horas, suena el timbre de la casa. 

Dos chicas, una de ellas con una PDA en mano, y sin dejarme prácticamente hablar, una de ellas me empieza a hablar de la tarifa de la luz.
Cuando consigo que se calle y me deja meter baza, le pregunta que quién es, de parte de quién y para que está en la puerta de mi casa hablándome de lo obsoleta que es la tarifa que tengo contratada con ENDESA.
Me enseña una tarjeta que no me da tiempo a leer y me dice que su compañera no tiene, que solo está viendo (la verdad es que no respiró).
La cuestión era que tenía una tarifa tan antigua, que no podía acogerme a las nuevas ventajas de las tarifas modernas, y que si no me cambiaba, la compañía me aplicaría por defecto una, normalmente la más beneficiosa para ellos y no para mí.


La primera idea que se me pasó por la cabeza fue decirles adiós y cerrarles la puerta, ¿quién eran ellas para violentar la tranquilidad de mi casa y poner en cuestión mi gestión domiciliaria de la luz?
Pero no lo hice, como buenamente pude, y todo lo correcto que pude, les dí las gracias y les dije que no solía hacer gestiones a pie de calle, que cuando necesitaba algo llamaba a mi compañía, planteaba la duda y me ponía en sus manos. No hubo demasiada resistencia, y después de unos momentos de ver que no había nada que hacer se fueron.

Hasta aquí todo normal.

Pero como no estoy escarmentado, y creo que el servicio público, en el bien común, en la profesionalidad de quién me atiende, y que no siempre impera el negocio dura y puro, eché mano de la última factura de ENDESA, con quién tengo contratado el suministro de electricidad y llamé para ver que había de cierto en aquello.
Y ahí mi gran error.
Tengo que confesaros que aún me produce estrés marcar teléfonos de información, atención al cliente, reclamaciones… fue tan fuerte, intenso, agobiante… tan humillante, deprimente, infamante… las llamadas al 1004 que si puedo evito utilizar estos servicios.
Pero ya os digo, volví a caer y pensar que el servicio de atención al cliente está para eso, para atender al cliente,
Y no para liarlo, para llevarlo al huerto, para hacer que caiga en la trampa y que quede atrapado en la gigantesca red, de donde cuesta trabajo salir.
La verdad que me quedé con varias dudas al irse la chica de la puerta.
¿Estaré pagando más por la electricidad que consumo?
¿Habrá  una tarifa más beneficiosa?
¿Tendrá esto que ver con el “contador inteligente” que hace unos días me han instalado?

Marco el número de intención al cliente que aparecía en la factura. Me lié, no me dio tiempo a retener la primera pregunta que sugería el 1 sin saber que seguía con el dos y después el tres.

Me armo de paciencia y vuelvo a marcar: quería hablar con  una persona, un ser humano, un interlocutor válido y no una máquina.

A la tercera conseguí que me atendiera una señorita. Al final casi llegaba a echar de menos la máquina, pues no entendía lo que le preguntaba sobre si mi contrato estaba obsoleto y necesitaba cambiarlo, que una señorita en nombre de ENDESA, había pretendido que cambiara la forma de facturación.

Sé que puede parecer un poco rollo todo esto, pero así fue.

Al final, no sé si por quitarme de en medio, o por que no era competencia suya, me dijo que me pasaba con un compañero.
Aquí musiquilla.
Espera.
Por fin vuelvo a hablar con otro ser humano (omito la nacionalidad por no ofender a nadie).

Explico la situación.
Rápidamente la entiende.

No tengo necesidad de cambiar la tarifa. Me dio alegría, pues las Compañías tendrían que premiar la fidelidad y no penalizarla.

Pero, y aquí comenzó el absurdo, me ofrecía un descuento del 10 por ciento, la verdad que no me enteré bien en que concepto, por un servicio de mantenimiento incluido un “manitas “qué iría dos horas al año por si tenía que cambiar una bombilla o un enchufes (creo recordar que dos servicios).
Aquí ya no conseguí enterarme: un descuento, una rebaja, el primer años, después ya no… total, por cinco miserables euros que me lo iban a descontar el primer año de la potencia, otra trampa, no era de la factura, sino de la potencia.

Y va el tío y me cuelga cuando le digo que no lo entiendo, que si no es un descuento si tengo que pagarlo por otro lado, que puede ser que el primer año ni me entere, y cuando pase un año ¿quién se va a dar cuenta del recibo?

Igual me he enrollado un poco, pero así fue.

Cuidadín con las OFERTAS SOBRE DESCUENTOS EL PRIMER AÑO, al final terminas pagando más sin darte cuenta.

Al final me libré de picar, sigo con mi tarifa obsoleta (se me quedó el palabro). Cambio mis bombillas cuando se funden, si es necesario puedo cambiar un enchufe. Y Cuando necesito otro tipo de servicio, llamo a un electricista. Y me he ahorrado un mínimo de 5 euros al mes por el manitas. Tendrán cara.

Un saludo desde Granada.

Paco H.

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