No he dejado en todo
este tiempo de investigar, de buscar, de leer sobre las telecomunicaciones,
viendo a las compañías de móviles más como competidoras en cazarme en lugar de
compañeras de camino en quién puedes confiarte por la noche cuando cierras los
ojos.
Mi consumo no es
grande, hago un uso razonable del móvil, sin que en ningún momento lo ponga
como modélico. Unas cuantas llamadas, las imprescindibles y de duración mínima.
Mensajes para aquellas situaciones que lo requieren y que no admite el eso del whatsapp. Y ya está.
Suelo tener un fijo
casi siempre a mano, y la necesidad de hacer una llamada hasta ahora nunca ha
justificado no poder espe rar unas horas.
Pero tengo que
confesar que las compañías de móviles no hacen fácil la elección del usuario,
no solo por lo complejo de cambiar una vez que te han pillado y todas las
trabas y problemas con los que te rodean durante una portabilidad. Quizás lo
más complejo es enterarte de las tarifas evitando las sorpresas.
Una vez que piensas
que esa compañía puede ser la buena, viene el tema de la señal. Todos pasamos
la mayoría del día en nuestro domicilio y en el trabajo, lugar en el que cada
vez más se limita el uso del móvil. Pero y en nuestra casa: tendremos que
movernos sin parar buscando la columna donde la señal llega mejor… o asomarnos
por la ventana a la calle alargando el cuerpo tratando de que las rayitas del móvil
aumenten… Cambiar de móvil o cambiar de casa… Apagar todos los electrodomésticos
para crear un espacio libre de interferencias, tengo móvil, pero ni tele, ni
equipo de sonido, ni ordenador, ni frigo, ni microondas, ni… tengo móvil pero
vivo en la edad prehistórica.
No creo que haya
habido una aportación de la tecnología que haya modificado tanto la manera de
comunicarse como la telefonía móvil y todo lo que conlleva.
Y que conste que
parece que hay casi un 18% de la población que sigue sin móvil, que se
relaciona sin llevar en el bolsillo el celular, como una elección, como una
opción en su manera de vivir, es un grupo que sigue pensando que se puede vivir
bien sin un teléfono móvil, sino que como una opción, deciden no meterlo en sus
vidas.
Hoy, cuando el número
de líneas móviles en España supera el de habitantes, hay náufragos en este mar
de comunicaciones que como Robinsones que continuamente se preguntan cuando eran más libre: ¿en su isla,
o en la ciudad?
Hoy, de móvil, siento
hacerme esta pregunta ¿me hace más libre o más esclavo?
Paco H.
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