lunes, 14 de septiembre de 2020

EL PORQUÉ DE GRANADA (EL ORIGEN DEL NOMBRE).

Quizás uno de los esfuerzos más grandes que hay que hacer al visitar Granada, es la de ser capaces de no parcelarla, de no verla como un museo, sino como algo vivo, intentando retroceder a través del tiempo, hasta encontrarnos con su maravilloso acervo que nos llevará a enamorarnos de su espléndida complejidad, acrisolada a lo largo de los tiempos, fruto de un cruce de caminos, culturas y pueblos.

Es difícil, al preguntarse el porqué de Granada, no caer en la tentación de dejarse llevar por la fantasía y reclamarle a Grana, una de las hijas de Noé, que fuera el origen del nombre de la ciudad de la Alhambra, aunque de esta hija no se tiene constancia. O atribuirle a la diosa Nata, hija del mismísimo Hercules, de la que habla Ciceron en su “De Divinatione”, y que habito en la Gar-Nata (la cueva de Nata) situada en un lugar no determinado de la colina de la Alhambra, el origen del nombre de la ciudad.
Pero siendo menos romántico, lo cierto es que frente a Elvira, núcleo importante de la comarca, existía Garnata, una ciudad romana en lo que hoy es el Albaycin, germen de la Medina Garnata que llegó a ser con los siglos la capital del Reino de Granada. De “Hizn Garnata o Granatum” (Fortaleza del granado), a “Hizn Rumman o Roman” (Castillo de los cristianos), hasta llegar por el origen judío de muchos de sus pobladores a “Garnata alyahud” (la Granada de los judíos), a la Granada de hoy.
Sin duda lo de Granada viene por haber sido “la de los granados”, para mí es suficiente y creo no equivocarme.
Pero hablando de la granada, me atrevo a pedirle a Fray Luis de Granada que me preste sus palabras, para dedicársela a mi ciudad: a Granada. A esta ciudad, donde los caminos se han encontrado y se han quedado.
Paco H.

El la vistió por de fuera con una ropa hecha a su medida que la cerca toda y la defiende de la destemplanza de los soles y aires, la cual por de fuera es algo tiesa y dura, mas por dentro más blanda porque no exaspere el fruto que en ella se encierra que es muy tierno; mas dentro de ella están repartidos y asentados los granos por tal orden, que ningún lugar por pequeño que sea, queda desocupado y vacío. Está toda ella repartida en diversos casco y casco y se extiende una tela más delicada que un cendal, la cual los divide entre sí. Porque como estos granos sean tiernos, consérvense mejor divididos con esta tela que si todos estuvieran juntos.
Y allende de esto, si uno de estos cascos se pudre, esta tela defiende a su vecino para que no le alcance parte de su daño. Porque por esta causa el Creador repartió los sesos de nuestra cabeza en dos senos o bolsas, divididos en sus telas para que el golpe o daño que recibiese la una parte del cerebro no llegase a la otra.
Y para que nada faltase a la gracia de esta fruta, remátase toda ella en lo alto con una corona real, de donde parece que los reyes tomaron la forma de la suya.
En lo cual parece haber querido el Creador mostrar que era reina de los frutos. A lo menos en el color de sus granos, tan vivos como el de unos corales y en el sabor y sanidad de esta fruta ninguna le hace ventaja. Porque ella es alegre a la vista, dulce al paladar, sabrosa a los sanos y saludable a los enfermos, y de cualidad que todo el año se puede guardar
Fray Luis de GRANADA., De la Creación y sus maravillas, Obras completas, T. I, p. 122.

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