Va a hacer casi un mes que me subí al carro
de Whatsapp, y debo de ser uno de esos casi 500 millones de esos usuarios que
diariamente lo utilizamos, yo aún poco, pero algunos… muchísimas veces.
Vamos ya soy uno de esos individuos
conectados que estamos continuamente en una comunicación interactiva con la
comunidad social en la que me muevo.
Quizás hay momentos que me agobia el excesivo
uso que se hace de esta magnífica herramienta de comunicación tan fácil, con
toda la carga emocional que conlleva y que ayuda en las relaciones de familia,
de grupo, amigos… sin duda ayuda a una mayor sociabilidad.
Aunque también hay que estar atentos a
posibles peligros, como con cualquier herramienta de comunicación, si no se
hace un uso adecuado del mismo. Pudiera en un primer momento originar un estado
de euforia y una felicidad aparente que siempre va a depender de que nos silbe
o nos llame el móvil indicándonos que acaba de entrar otro Whatsapp,
pudiéndonos llevar a hacernos más dependientes e incapaces de estar solos, de
leer un libro, de escuchar música, de reflexionar…
Aquí habría que abrir un debate a padres,
educadores… incluso a nivel ético, pues ponemos en manos de unos pocos un
montón de información, de fotos… en definitiva: ¡nuestra vida!
En fin, mucho de que hablar… bueno, de
teclear.
Paco H.
Es muy práctico, la verdad.
ResponderEliminarPero hay que tenerlo a raya, jajaja.
Salu2, Paco.
Todo lo que sea comunicación es una herramienta importante para evolucionar y enriquecerse pero,como bien dices:con precaución y medida que engancha.
ResponderEliminarPDT:Si no le importa Señor Huertas me quedo por estos lares,muy en contacto con la realidad.Ahora bien,por favor quite usted las pruebas de acceso para que sea más fluido.Gracias!!
Un abrazo!!