Un
buen amigo nos contaba una vez que cuando se le presentaba un problema “gordo”
y se sentía agobiado en exceso, lo guardaba en “el armario de los problemas” y
al día siguiente, al echar mano al problema, éste se había redimensionado,
incluso algunas veces se lo había encontrado resuelto.
Tengo
que confesaros que todo este asunto de Movistar me ocasionó durante mucho
tiempo una excesiva preocupación y mucha ansiedad; era casi un estado continuo
de vigilancia, dormir costaba trabajo, irritable, desconfiado, cualquier cosa
me exasperaba... todo era una preocupación. La ansiedad flotaba en el ambiente,
todo me parecía posible. Ya os he hablado en otras ocasiones de que me daba
miedo ver el número de teléfono cuando este sonaba, por si era el 1004,
pensando con qué nos podría sorprender.
Eso
fue lo que Movistar nos originó con "el temita de los SMS ILIMTADOS", que dejaron
de serlo sin avisar. Y lo cierto que nos ayudó a superar en parte esta
situación, el darle la importancia que tenía, y poco a poco fue todo
resolviéndose. Aunque Movistar hasta ahora no nos ha dado una explicación.
Ante
un problema, lo primero que hay que preguntarse es si es realmente importante,
si compensa ponerse nervioso y más aún, cuando muchas veces los problemas son
triviales. Hay veces que el mero hecho de dejar que las situaciones fluyan,
vayan desarrollándose conforme avanza el tiempo, de esa forma no solo no nos
preocuparán, sino que no evitarán que podamos disfrutar de las cosas más
importantes de la vida, de lo que realmente merece la pena y que la
preocupación haría que pasáramos por encima de ellas sin apreciarlas.
Ánimo
y a no desfallecer, aunque a veces los problemas nos parezcan insalvables. A
una estación quién entra es el tren, de nada sirve que vayamos corriendo dentro
del vagón, por mucho que nos esforcemos el tren no va a llegar antes, lo único
que conseguiremos es cansarnos inútilmente.
Buen
fin de semana.
Paco H.
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